Parece que el reajuste funciona, para que veáis lo que
son diez mg. en este tipo de medicación. Además el “reajuste” intestinal parece que también ha funcionado, logrando
descompactar las heces.
Todavía hemos usado dos dosis de rescate, creo que más
debido a la ansiedad que al propio dolor; pero eso no soy yo quien debo
cuantificarlo puesto que no soy quien lo sufro, pero una dosis diaria en
momentos puntuales por algún esfuerzo no es la barbaridad de los últimos días.
En estos momentos duerme como una bendita, supongo que recuperándose
de estas malas noches, tumbada en el sofá, recostada en una almohada y con la película
de Gandhi de fondo.
Lástima que nos pronostiquen lluvias a partir de mañana, pues creo que
hubiera conseguido sacarla de paseo en cuanto hubiera reposado otro día más. De
todas las maneras intentare que salga a la calle para que le dé el aire, no creo
que tengamos un diluvio que nos impida movernos de casa en ningún momento.
Sigue sin querer comunicarse con el mundo, se ha cerrado sobre sí misma
y no quiere ver a familiares ni amigos que están siempre preguntándonos por su
estado. Incluso tenemos los teléfonos en silencio para que no suenen pues le
molesta.
En la enfermedad te das cuenta de quién te aprecia de verdad. Muchas
veces es aquel en quien menos pensabas. Cuando parte de la familia, o de lo que
considerabas como familia te da de lado, amigos se ofrecen para lo que
necesites de corazón; no de boca como otros. De ahí el dicho:
“En
la cárcel y en la cama, sabrás quien te ama”
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