Volvemos a estar a
la espera de otra “toraco”. La doctora que ha intentado extraer líquido por la
mañana solamente ha realizado una “punción seca”, no sabemos si debido a que existe
aire o a que esperaba mayor acumulación de líquido y la ha realizado demasiado
arriba.
Tras el primer fracaso ha mandado realizar una placa,
algo que debería de haber valorado antes de pinchar para asegurar el punto de
punción; pero a lo hecho pecho.
Total que acudimos el día once a urgencias por un
problema puntual que ya se nos había comentado al irnos de alta, realiza una toracocentesis terapéutica
y ajustar la dosis de MST y aquí seguimos hospitalizados y sin realizarla.
Cada ingreso mi mujer pierde un montón de peso y de masa muscular, que me cuesta Dios y ayuda
que recupere en casa con batidos de proteína y comidas preparadas a su gusto y
con mimo. ¿Cómo narices voy a ponerla “fuerte, como me dicen las doctoras, para la operación de decorticación que hay que
realizar el mes que viene si cada vez que tengo que acudir por un problema
puntual a urgencias acabamos en oncología y cuidados paliativos una semana?
A veces creo que me toman por tonto y me rebelo diciéndoles
que entiendo muy bien el problema. Me sabe mal cuando me miran con lastima al
pasar consulta. Yo sé en que acaba esta enfermedad y lo único que quiero es
vivir con mi esposa los meses o los años que nos queden juntos, sin que ella
tenga “dolor”. Llevar una vida lo más normal que podamos dentro de nuestras
limitaciones y llegar al final del camino juntos en nuestro hogar rodeados de los nuestros como
siempre hemos estado.
El Señor es mi pastor,
nada me falta.
En prados de hierba fresca
me hace reposar,
me conduce junto a fuentes
tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino
justo,
haciendo honor a su
Nombre.
Aunque pase por un valle
tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan
seguridad.
Me preparas un banquete
en frente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi
cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me
acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del
Señor
por años sin término.
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